En su paseo por el río, decidió cazar como solo sabe hacerlo ella con la lente de su cámara, a este bello ejemplar de libélula. Me encanta esta foto por varios motivos: el agua fresquita y transparente, el verde del musgo y esas huellas efímeras que dejan las alas de la libélula en la piedra.
Foto tomada en el
Parque natural de Valderejo
Yo tenía una libélula en el corazón como otros tienen una patria
a la que adulan con la semilla de los ojos. Verdaderamente
las especies de la verdad son cosas difíciles de creer,
extraños seres petrificados en la ternura como benignos nódulos
en la perfección de los huesos. En aquel tiempo
yo tenía el sueño de una libélula entre los juncos del corazón.
Cansadas como paraguas cerrados recogía las maderas auditivas
de un mar inexistente y con ellas construía algo parecido a una casa.
En aquellos días algo parecido a una casa eran las conversaciones,
palabras relacionadas con la pestaña premonitoria, gatos en los cerezos.
Yo desconocía los vínculos y toda oscuridad era para mí un obsequio,
un rumor de la eternidad que se prestaba como cuerpo desnudo a mi mano.
No era la boca del amor la que respiraba ese óxido, sino la imaginación
del amor como un sastre con pantalones verdes el día de la felicidad.
Verdaderamente las especies de la verdad son cosas difíciles de creer,
la ilusión del hombre es una luz que llega desde lo desconocido
mas no es él el dueño de esa invención sino el ruido de un rumor prestado,
la cámara del que guarda su placer en ella.
Yo tenía la costura de una libélula en el corazón
pero las hojas cerebrales hacían crecer mis manos hacia dentro
en busca de una palanca con la que desalojar la piedra del miedo.
Sin esfuerzo comencé a llorar al revés, a confundir los sentidos
que guían la gota gramática hacia una lengua extranjera.
Antes que me tomaran por un extraño ya que yo no era el dueño de esa invención
me alejé del optimismo de ser entendido por más de dos
y comencé a oír mis propias palabras como martillazos retumbando en un espacio vacío.
Era como si el tiempo hubiera dejado de durar,
era como si todas las obras imaginadas por un ciego se derritiesen al tacto,
como si la langosta hubiera descendido sobre los campos del espíritu.
Yo solo tenía una libélula en el corazón como otros son hermanos del vértigo
y llevan la aorta de las constelaciones acogida en sus sienes.
Está bien, las especies de la verdad son cosas difíciles de creer,
es probable que la invisibilidad y estos hechos
solo guarden relación con una libélula.
Juan Carlos Mestre
La próxima en estar presente en nuestros post del sorteo será Espita Gorgorita que, gracias a su destreza periodística, ha logrado contactar con una libélula y nos ofrecerá una entrevista muy particular.
6 comentarios:
Te he mandado otra fotito, ponla también!
Es una foto preciosa, sí, tienes razón en todo lo que dices: el agua, la sombra de las alas, los colores, todo... :)
He anunciado el sorteo en mi último post (^.^)*
Besotes!
ya estoy deseando leerla jaja
joé que arte con la cámara me encanta esa foto y la poesçia es brillante también
1ct... no te esperes mucho que tengo una crisis creativa que te mueres..
que bonito!!
y ademas es qye adoro las libelulas!
preciosas foto... es que Anacleta es un as con la cámara!!!
¿Espita???? ¿Quién es esa???? (y sí es recochineo, que la jodía nos tiene abandonadísimas!!!).¡No me lo pierdo!
¡besotes gordos!!!
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